Me enamoré de un ingeniero, se llama Maschwitz

Uno de esos domingos que pintaba para estar “al gas”, sin nada programado, ya pensaba que me iba a quedar viendo alguna peli, cuando aparecen 2 amigas y a las apuradas me convencen para salir.

-Te vamos a llevar a un lugar que te va a encantar-
me dijeron las dos a coro.

Y ahí nomas salimos para la Panamericana...

- Vamos a Maschwitz- me dijeron, antes que diga algo.

- ¿Ingeniero Maschwitz, y que hay ahi? -

- Ah Claro!! típica porteña que no conoce más allá de la general Paz…-

- Es que yo estuve ahí cuando era chica y no había nada- traté de defenderme.

No importó, me bardearon durante el resto del viaje. Después de un rato llegamos a una calle que, a simple vista no decía nada, salvo que estaba llena de autos estacionados.
A medida que avanzamos comenzó a parecerse a un pueblo de esas películas del lejano oeste.


Estacionamos a 200 mts. y me enamoré del lugar, estábamos frente a una frutería, justo a la entrada de un centro comercial, si se lo puede llamar de algún modo.
Aqui pueden ver la entrada y fotos de su interior:














Pero no termina ahí, cuando salimos a la calle, comenzamos a caminar y me fascinó la variedad de locales, todos siguiendo una misma linea de diseño, te diría casi improvisado.
Aca te dejo una ventana para que recorras la calle Mendoza desde el comienzo hasta el final.



Silvia Bollada

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